En
los últimos días, la población ha sido testigo de la postura del alcalde de
Lima, Rafael López Aliaga, frente al Ministro del Interior, Juan José
Santibañez. Este ministerio, clave para garantizar el orden interno y combatir
la inseguridad ciudadana, se encuentra en el ojo público debido a las
constantes amenazas a la que están expuestas las personas.
Durante
la ceremonia de entrega de 638 motocicletas al Gobierno para la Policía
Nacional, el burgomaestre elogió al ministro por su posición en defensa de los
policías frente a las denuncias presentadas en su contra ante la Fiscalía.
Estas denuncias, según el alcalde, serán consecuencia directa de las acciones
policiales realizadas en cumplimiento de su deber.
Sin
embargo, en su evaluación, López Aliaga omitió un aspecto fundamental: la responsabilidad
del Ministro del Interior no se limita a defender a los efectivos policiales.
Su misión abarca también la implementación de estrategias, políticas y acciones
operativas objetivas, que refuercen el trabajo de la Policía Nacional.
Uno
de los pilares de la campaña electoral de López Aliaga fue su promesa de
adquirir 4.500 motocicletas para la PNP, con el objetivo de combatir la
creciente inseguridad ciudadana. No obstante, especialistas consultados
coinciden en que las motocicletas, por sí solas, no resolverán la problemática.
Enfrentar
la criminalidad exige mejorar la inteligencia policial, erradicar la corrupción
dentro de las fuerzas del orden, capacitar y entrenar a los efectivos, así como
garantizar la independencia y no injerencia política en sus acciones.
El
panorama actual es preocupante: el sicariato, las extorsiones, los robos y el
miedo generalizado entre los ciudadanos siguen en aumento. La colectividad
refleja una sensación de vulnerabilidad constante, alimentada por la falta de
acciones concretas y efectivas para devolver la seguridad a las calles.
Ser
un empresario exitoso (López Aliaga) no garantiza ser un político eficaz. Para
ganar la confianza del electorado, López Aliaga debe demostrar un compromiso
real con los problemas de la población de Lima, priorizando soluciones
integrales y transparentes. Ignorar las preocupaciones ciudadanas podría
consolidar una percepción negativa de su gestión, algo que sin duda influiría
en su futuro político.
El tiempo dirá si estas acciones fueron acertadas o no. Por ahora, queda claro que la inseguridad ciudadana no se resolverá con más motocicletas. La reciente escena protagonizada por el alcalde en la Plaza de Armas de Lima parece destinada a quedar como una simple fotografía más en el álbum de un aspirante a líder político.








