Lo ocurrido el 15 de octubre, durante las marchas y manifestaciones de diversos colectivos contra el Congreso y el gobierno de José Jeri, es una muestra de las consecuencias que puede acarrear la inexperiencia política del Presidente del Consejo de Ministros, en un contexto liderado por un presidente joven, entusiasta, pero con pocos días al frente del Ejecutivo.
A esto se suma la exaltación mediática de ciertos personajes con destacadas trayectorias profesionales, pero sin experiencia política, como el actual ministro del Interior, exintegrante del GEIN, y un comandante general de la PNP que, antes de asumir tan importante cargo, buscaba constantemente protagonismo frente a las cámaras. En diversas ocasiones, este último se ha contradicho, al parecer, con la intención de congraciarse con el poder político de turno.
Lo cierto es que, ante la absurda muerte del joven artista de hip hop y un paro que ya estaba anunciado, el gobierno —a través del Ministerio del Interior y la Policía Nacional— enfrentó la situación como siempre se ha visto: sin prever lo que claramente se avecinaba. Infiltrados y manifestantes con actitudes violentas y objetivos destructivos actuaron sin mayor contención. ¿El resultado? Policías pasivos, avasallados por la multitud; efectivos inexpertos asignados a labores de inteligencia, sin preparación emocional para mantener el control; y mandos policiales desarticulados, con múltiples órdenes pero sin una cabeza clara que dirija.
Frente a estos graves hechos, incluido el fallecimiento del ciudadano, el comandante general de la PNP apareció rápidamente ante los medios para señalar como responsable al suboficial Magallanes, junto con otro efectivo, y anunció sanciones inmediatas contra los generales jefes de estos policías.
Nos preguntamos: ¿Es esta la forma correcta en la que debe actuar un alto mando policial? Con la aparente intención de deslindar responsabilidades y “lavarse la cara”, el comandante general habría omitido informar previamente al ministro del Interior y al propio gobierno sobre lo que iba a declarar públicamente. No se trata de encubrir, sino de tener prudencia y prever las consecuencias de anunciar algo tan delicado.
El gobierno, por su parte, acudió con premura al Congreso para dar explicaciones sobre lo ocurrido, asegurando —según el ministro del Interior— que no había policías en los alrededores de la Plaza Francia, lugar donde murió el joven artista. Esta afirmación, junto a la acusación directa del comandante general de la PNP sin coordinación con la Fiscalía, está hoy pasándole factura al Ejecutivo.
Se evidencia una profunda crisis interna, provocada por los propios errores del Gobierno. El Premier de este gobierno de transición no está preparado políticamente para acompañar al presidente Jeri. El ministro del Interior, pese a su notable hoja de vida, no ha demostrado ser un buen político ni un conductor ejecutivo. Lo ocurrido refleja falta de prudencia, coordinación y liderazgo, especialmente con el comandante general de la PNP, que actúa de forma unilateral para cuidar su imagen.
El Premier, abogado y expresidente del Tribunal Constitucional, conocedor del derecho y las leyes, ha permitido que efectivos de la PNP sean prácticamente “masacrados” en la opinión pública. También son peruanos, también tienen derechos, familias y un rol importante en la sociedad. Los policías involucrados en la terrible muerte del manifestante deberán enfrentar la justicia, pero se les debe garantizar el debido proceso y la presunción de inocencia.
Según las últimas indagaciones, el disparo que mató al artista podría haber provenido de otra arma. Aunque las imágenes apuntan al efectivo Magallanes como el posible autor, esto debe ser determinado por la Fiscalía a través de una investigación rigurosa.
Estamos ante un grave deterioro institucional, provocado por la falta de liderazgo dentro de la PNP. Se requiere con urgencia una reestructuración profunda, no solo por los actos de corrupción, sino también por la ausencia de conducción estratégica. Es imprescindible dotar a los policías de la infraestructura, equipamiento y respaldo necesarios para ejercer su labor con seguridad.
El comandante general de la PNP debería poner su cargo a disposición, así como el Gobierno evaluar seriamente la permanencia del ministro del Interior, quien parece más adecuado para un rol de asesoría que para dirigir el ministerio. El presidente del Consejo de Ministros ha demostrado no estar a la altura de las circunstancias.
El presidente Jeri necesita un equipo sólido si desea culminar su mandato hasta el 26 de julio de 2026. De lo contrario, corre el riesgo de no llegar, lo que sería lamentable para el país por la inestabilidad política que ello generaría.
Que Dios nos acompañe en esta difícil situación, generada por el propio Gobierno y no por los manifestantes. Hay que saber reconocer los errores políticos, de lo contrario, seguiremos en más de lo mismo.








